Andi Uriel Hernández Sánchez
El próximo 15 de noviembre se realizarán una serie de marchas y concentraciones multitudinarias en la Ciudad de México y otras plazas importantes del país, convocadas inicialmente por integrantes de la agrupación “Generación Z México”, un movimiento juvenil supuestamente espontáneo, que se presenta como apartidista y cuyo principal medio de difusión han sido las redes sociales. Según los grupos y páginas surgidas en las redes, dichas manifestaciones tendrán como objetivo denunciar la corrupción sistémica del gobierno, la creciente inseguridad en todo el país y la falta de oportunidades educativas y laborales para los más jóvenes.
Dicho movimiento ha tomado como inspiración otras protestas juveniles en todo el mundo, como las que provocaron el derrocamiento del gobierno de Nepal en septiembre pasado y que también han ocurrido en Indonesia, Francia o Filipinas. Una característica distintiva del movimiento es el uso de la bandera de los “Sombreros de Paja”, los piratas del popular manga japonés One Piece publicada desde 1997 y convertida en serie animada (anime) desde 1999.
Poco a poco el movimiento ha venido adquiriendo relevancia en los grandes medios de comunicación mexicanos y, sobre todo, a raíz del asesinato del alcalde michoacano Carlos Manzo, ha recibido el apoyo abierto y “solidario” de diversos actores políticos y mediáticos vinculados con la derecha mexicana que han incluido como demanda principal la revocación de mandato de la presidenta de la República, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, lo que ha puesto en entredicho su supuesto “apartidismo” y espontaneismo.
Antes de seguir, es importante aclarar que el término Generación Z, hace referencia a las personas nacidas entre los años 1998 y 2025, según la clasificación generacional de la sociología occidental, por lo que se trata de los adolescentes y jóvenes que actualmente tienen entre 27 y 13 años de edad. Una característica distintiva de esta generación es que nacieron y crecieron rodeados de innovaciones tecnológicas como el internet, el desarrollo del mundo digital y las redes sociales.
Los grandes medios hegemónicos han dado mucha cobertura a las protestas juveniles inspiradas en la bandera del popular anime, destacandolo como “el despertar político de una juventud global, conectada, empática y libertaria”, sin embargo, un análisis más crítico de dichas manifestaciones nos permite observar ciertas características y similitudes que las hacen compatibles con otro tipo de movimientos supuestamente surgidos de la indignación popular y el hastío colectivo, pero en realidad diseñadas y orquestadas por los grandes poderes económicos y políticos que controlan el mundo para derrocar gobiernos legítimos pero que no se someten a sus intereses.
Pues han seguido un patrón similar a las de las “revoluciones de color”, movilizaciones y protestas instigadas desde las centrales de inteligencia del imperialismo estadounidense (la CIA, la DEA, etc.), financiadas por organizaciones “no gubernamentales” (ONG´s) y ampliamente potenciadas por los grandes medios de comunicación y gigantescos laboratorios digitales en las redes sociales. Una serie de características minuciosamente descritas en el libro “De la dictadura a la democracia” escrito por el politólogo estadounidense Gene Sharp en 1993 y que ha servido como guía e inspiración de las revoluciones de color impulsadas por el imperialismo yanqui y sus aliados de la OTAN.
Según un artículo del profesor Beto Cremonte, especialista en Comunicación Digital, publicado por el portal geoestrategia.es, la primera gran revolución de color fue el movimiento estudiantil ¡Optor! (2000) que derrocó al primer ministro de Serbia, Slobodan Milošević, y cuyo símbolo fue un puño cerrado en blanco y negro que posteriormente fue replicado, con variaciones en el color, en las movilizaciones de Georgia (2003), Ucrania (2004 y 2014), Egipto (2011), Túnez (2011) y Hong Kong (2014) que en algunos casos provocaron la caída de sus gobiernos legítimos y sumieron a estos países en el caos, el desorden y el colapso de las instituciones, con profundas secuelas hasta nuestros días.
El Euromaidan de Ucrania en el 2014 es el caso más evidente de la intromisión del gobierno estadounidense, pues las protestas fueron presentadas como un movimiento pro europeo y en contra de la corrupción, sin embargo, al triunfar dieron como resultado la imposición de un gobierno títere que promovía la incorporación ucraniana a la OTAN, la peligrosa alianza militar encabezada por Estados Unidos, con la intención de utilizar a este país como una gran base militar desde donde atacar y conquistar a Rusia, lo que provocó la reacción del gobierno de Putin y ha sumido a ambas naciones en un conflicto armado.
El artículo citado señala: “La guerra contemporánea ya no se libra solo con armas, ahora existe la guerra cognitiva. Las redes sociales son el frente más visible de esta ofensiva. Mediante algoritmos de segmentación emocional, fabrican indignación, promueven causas, amplifican símbolos y neutralizan disidencias, incluso imponen candidatos, sus candidatos que a fin de cuentas serán los que terminen el trabajo sucio [cuidado con Ricardo Salinas Pliego y otros derechosos de peor ralea]. Lo que parece un estallido social puede ser, en rigor, una coreografía algorítmica.”
Y sobre el uso del símbolo de la bandera pirata sostiene: “One Piece encarna una visión de la libertad desideologizada, donde la justicia se confunde con la aventura personal y la resistencia se reduce a la obstinación del individuo. El sistema convierte esa narrativa en una pedagogía emocional: jóvenes que marchan bajo un emblema nacido del consumo global, sin advertir que el mismo mercado que los oprime provee también los símbolos de su supuesta emancipación.”
Así las cosas, es muy probable que el movimiento Generación Z México esté alimentado por poderosos intereses económicos y políticos desde el exterior y que forme parte del embate de los gigantescos monopolios industriales, bancarios y comerciales estadounidenses para someter totalmente a México y a todos los países latinoamericanos, junto a la amenaza de intervención militar. Es también una salida falsa y peligrosa para la creciente y justificada inconformidad juvenil.
Ciertamente la situación del país es cada vez peor y los más jóvenes viven en la incertidumbre al enfrentarse a un mundo con pocas o ninguna opción de superación para ellos, también es cierto que la inseguridad y la corrupción han rebasado a nuestro gobierno, cada vez más incapacitado para dar solución a los grandes problemas nacionales. Pero es necesario que entendamos que un verdadero y profundo cambio social nunca será obra de movimientos espontáneos y con la pura participación juvenil.
Además, la simple revocación de mandato de la presidenta Claudia Sheinbaum no solucionará nada de forma mágica, porque la Constitución de la República establece mecanismos precisos para que en caso de que caiga la titular del Ejecutivo, el poder siga en manos de la misma clase política y económica que nos gobierna actualmente.
México necesita una revolución genuina y profunda que no puede ser resultado del financiamiento extranjero, ni de líderes formados por ONG´s al servicio del imperialismo, y mucho menos, de movilizaciones juveniles espontáneas convocadas en redes sociales. Se requiere de forma indispensable la participación consciente y organizada de los obreros, los campesinos y demás sectores trabajadores, quienes son los verdaderos productores de la riqueza social, también se requiere de un plan científico y claro sobre qué hacer para corregir los grandes males nacionales y se requiere de líderes surgidos de las entrañas del pueblo con una filosofía de verdadero servicio, forjados en la lucha social permanente.
Por mientras, llamo a los jóvenes verdaderamente interesados en transformar el país a ver con desconfianza los movimientos espontáneos y «apartidistas», y ha sumarse de forma consciente a proyectos sociales más sólidos y organizados como el Movimiento Antorchista Nacional, para avanzar junto a las clases trabajadoras por una vía ciertamente más compleja pero más segura para la construcción de un país más justo y equitativo para todoss

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